Saturday, 9 November 2013

¡Qué duro es ser felino en Colombia

¡Qué duro es ser felino en Colombia

Según el libro 'Grandes felinos de Colombia', el puma, el tigrillo y el jaguar están muy amenazados.

09-11-2013  El Tiempo, Colombia


“A la sociedad debería darle vergüenza recordar la desaparición definitiva, causada por humanos, de grandes carnívoros como el tigre de Bali (Indonesia), el tigre caspio, el tigre de Java o del león bárbaro, en África. El país no puede caer en estos mismos errores que empujaron a esas especies al precipicio de la extinción”.

Parece como si los biólogos Esteban Payán y Carlos Castaño (exministro de Medioambiente) hubieran escrito esta reflexión con rabia. Todo en un intento por defender al jaguar. Y al puma. También al tigrillo, la oncilla, el jaguarundí y el ocelote.

Quizás tenía que ser así, en un tono casi de una reprimenda, con tal de que la sociedad comience a reconocer el valor de estos vigorosos mamíferos silvestres colombianos y evite la suerte y el destino funesto de aquellos que ya no viven en el planeta.

Y también es un párrafo pensado a manera de conclusión de un libro editado por estos expertos: Grandes felinos de Colombia, el primero que se redacta sobre el tema en la historia del país y que muestra en detalle lo que implica estar en el pellejo de alguna de esas seis clases de ‘gatos silvestres’ nacionales –de las 36 que hay en el mundo–. En síntesis, este documento muestra lo duro que es ser felino en Colombia y tener como hogar alguna de nuestras selvas.

Porque ninguno de ellos está a salvo. Todas esas especies, sin excepción, están en amenaza latente, en constante vulnerabilidad, por culpa de su principal depredador: el hombre. Los hábitats de todas se han reducido en un 40 por ciento para darle paso a la ganadería y la agricultura.

Y lo peor, algunos de los científicos que participaron en la redacción del documento concluyen que hace falta información sobre la situación actual de la mayoría de especies, de sus presas y de los ecosistemas que habitan, que “ha impedido el diseño de estrategias de conservación efectivas”.

Tal vez del que más se conoce es del jaguar (pesa algo más de 70 kilos), considerado el animal más importante de nuestra biodiversidad, la especie ‘sombrilla’ por excelencia y el verdadero rey de los bosques tropicales.

Hace décadas fueron cazados para comercializar su piel y copar la demanda de los modistas de Estados Unidos y Europa. Hoy, su cacería se presenta como retaliación al ataque que algunos de ellos hacen al ganado y otros animales de finca. Pero esto se produce porque sus hábitats han sido talados para introducir cultivos agrícolas (palma africana, entre otros) y entonces ellos deben salir a lugares urbanizados a buscar alimento.

Se calcula que en los Llanos Orientales, campesinos matan 22 jaguares al año. En Antioquia puede aparecer una cifra parecida (el año pasado fue acribillado uno en Amalfi), esto, a pesar de que son esenciales para la vida del hombre porque controlan demográficamente armadillos, venados, pecaríes y decenas de roedores. Por eso, si este felino no existiera, todos ellos consumirían masivamente semillas y plantas, vitales para el sostenimiento de ríos y quebradas que surten acueductos.

Es el felino más grande del país y de América. Hay poblaciones en la Amazonia, Orinoquia, Chocó biogeográfico y en las zonas bajas de los ríos Cauca y Magdalena, igualmente en la Sierra Nevada de Santa Marta, sitios donde precisamente abunda la minería y los cultivos ilícitos. Hace poco se halló que los tejidos de muchos de ellos, sobre todo de los que viven en el parque nacional Paramillo (entre Antioquia y Córdoba), están contaminados con mercurio.

El jaguar está incluido en el Libro Rojo de Mamíferos de Colombia. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) lo considera en estado vulnerable. Y se calcula que en la Amazonía hay al menos 4,5 jaguares por cada 100 kilómetros cuadrados en áreas protegidas y 2,5 en zonas no protegidas, dice la investigación, que fue apoyada por las fundaciones Herencia Ambiental Caribe y Phantera, Conservación Internacional y el Grupo de Especialistas en Felinos de la UICN.
El puma, menos tímido que el jaguar (de más o menos 50 kilos) sufre por lo mismo y sólo sobrevive, con comodidad, en zonas declaradas como áreas protegidas de todo el país como El Tuparro, Chingaza o El Cocuy. Según estas organizaciones, también están acorralados el tigrillo y la oncilla, este último en peligro no sólo por el tráfico ilegal de fauna, sino igualmente por la deforestación y la pérdida continua de áreas de páramo producto de la minería, ecosistema donde este último animal se ve con frecuencia.

Y el ocelote (de 12 kilos), que fue masacrado desde los años 60 para el comercio de su piel, está sufriendo, además de todo lo anterior, por las constantes muertes de sus ejemplares en carreteras y porque sus presas también están desapareciendo. Tiene una gestación más larga frente a otros pequeños felinos, hecho que se convierte en una limitante para su supervivencia.

Finalmente, al jaguarundí lo amenaza algo aún más complejo: pocos lo conocen, una ausencia de datos que es un fenómeno común en todo el mundo para especies de carnívoros pequeñas y de hábitos secretos. Es diurno, come gallinas, a veces desperdicios, y por eso es muy visible para los humanos.

Para controlar estas dificultades, que se han hecho más evidentes con el paso de los años y las actividades productivas, el documento propone la creación de nuevas áreas protegidas en las zonas de las serranías de San Lucas y Perijá, la depresión Momposina , Magdalena Medio y los bosques riparios de Meta y Casanare.

También, apoyar la creación del ‘Corredor Jaguar’, el corredor biológico más grande del mundo, iniciativa que busca crear un trayecto entre Centroamérica y Suramérica, para romper el aislamiento en el que se encuentran algunas poblaciones de jaguares y otros ‘gatos’ por la tala y que los obliga a reproducirse necesariamente entre ‘familiares’. La idea entonces es que aquellos que viven en Panamá, por ejemplo, puedan reproducirse con los del norte de Colombia, y como una reacción en cadena, se relacionen con otros, transmitan sus genes y se garantice su supervivencia en el resto del continente.

La extinción es para siempre y las consecuencias de perder especies clave, como lo son los grandes felinos, no son pocas. “Aún falta develar la magnitud de sus implicaciones reales. Por eso su conservación debe ser un fundamento importante de inspiración ética y moral”, explica el documento.

‘La minería ilegal es desastrosa para los felinos’
 
¿Por qué el jaguar es el rey de la selva colombiana, el más importante de nuestra biodiversidad?

Por su tamaño. Su mandíbula es la más fuerte; puede comer desde tortugas y chigüiros, hasta venados. Y es el rey porque para salvar suficientes jaguares necesitamos salvar áreas inmensas, donde está incluida toda la biodiversidad.

De los seis felinos, ¿cuáles son los más afectados?

Los felinos más grandes, porque necesitan áreas más grandes para sobrevivir, áreas que además se pelean con los humanos porque nosotros las requerimos para la agricultura y para producir nuestra comida.

¿Cómo se pueden dirimir esos choques?

Determinando con claridad cuáles zonas son para conservación y cuáles para producción. Y aplicando en estas últimas sistemas productivos sostenibles, en donde los felinos puedan estar y pasen por allí sin que sean acribillados.

¿Un felino puede vivir en una plantación de palma que ha sido sembrada luego de haber talado el bosque original?

Si esa plantación está bien manejada, lo puede hacer. Puede pasar incluso por zonas ganaderas bien manejadas, tecnificadas, y a eso es lo que queremos llegar.

¿Cuál es la zona más importante para consolidar el 'Corredor Jaguar'?

Para el Corredor Jaguar, que iría hasta el sur del continente, la zona más importante es la que conectaría al Darién, entre Panamá y Colombia, con los Llanos Orientales, y donde necesitamos la creación de zonas protegidas. Desde mi punto de vista, la zona que requiere una preservación urgente es la serranía de San Lucas.

¿Celebra la ampliación de la Serranía de Chiribiquete?

Es una de las decisiones más importantes que se han tomado en favor del jaguar en muchos años, además porque ya no es suficiente crear parques, debemos crearlos pero con conectividad, que estén enlazados para que haya relación entre especies. Sólo en Chiribiquete puede haber 850 jaguares, que podrían garantizar la continuidad de la especie en el peor de los escenarios.

¿La creación de zonas protegidas para el jaguar beneficia a otras especies?

Totalmente. Le menciono cuatro muy importantes: el paujil pico azul, el tití gris, la tortuga del Magdalena y el mono araña.

¿Cuál debe ser el futuro de la minería frente al reto de preservar los felinos?

La minería debe hacerse ordenada y zonificada. Y debe ponérsele un cerco a las extracciones ilegales. Sería ideal gravar la minería con impuestos, y que esos impuestos vayan dirigidos a reforzar los presupuestos de la conservación.

JAVIER SILVA
REDACCIÓN VIDA DE HOY

Publicación
eltiempo.com
Sección
Medio ambiente
Fecha de publicación
9 de noviembre de 2013
Autor
JAVIER SILVA

Friday, 1 November 2013

Jaguar Corridor Lights Up Eastern Colombia

jaguarJaguar Corridor Lights Up Eastern Colombia

A USAID-funded buffer zone keeps the highly capable predator away from ranchers, while imparting sustainable cattle practices along the frontier.
 
For many years, the jaguar, the largest feline in the Western Hemisphere and endangered in Colombia, has been a serious challenge to farmer communities living in the high mountains of the Andean Range. This “king of the tropical forest,” like many large, free-ranging wildlife species, generally lives within protected areas, but for a variety of factors moves beyond those areas in search of food, shelter and, ultimately, survival.
 
Out of necessity, jaguars expand their search for food in the areas around farmer communities and face the threat of being killed by cattle ranchers who need to protect their livestock from this highly capable predator.
 
In the village of El Pesebre in the municipality of Tame, Arauca in eastern Colombia, a heightened sense of frustration was setting in with the increased number of predation cases between 2007 and 2009, which in the case of a local cattle rancher, totaled up to 22 cattle deaths.
 
According to Esteban Payán, a preeminent biologist and jaguar expert in Colombia, “Jaguars prefer to eat the cattle because, when trees have been felled, wild animals become rare and jaguars can no longer hunt their normal prey. They look for food on the farms and then the people have a reason to kill them.”
 
This conflict between jaguars and people was affecting the jaguar population and the livelihoods of cattle-ranching communities and ecosystems in and around the El Cocuy National Natural Park.
From February 2011 to August 2013, USAID’s Conservation Landscapes Program partnered with the Panthera Foundation to create what turned into an 11-mile natural pathway to protect jaguars crossing through the Andes Mountains to reach the hot plains of Tame, Arauca in eastern Colombia.

Avoiding Invasion

The first step was to identify the safest corridor area and define buffer zone boundaries. This was done by collecting information on jaguar habitat requirements, jaguar and prey locations, predominant land uses, and any future developments that could threaten the sustainability of the corridor.
 
Through the course of this process, the Panthera Foundation developed a stabled cattle-raising system for the participating farmers, then moved the farms out of the corridor areas, and placed wooden post electric fences to block the jaguar’s entrance into the farms. Under this system, cattle are raised in a confined space rather than having open range, which increases deforestation.
 
jaguar
As jaguars expand their search for food, they face the threat of being killed by cattle ranchers who need to protect their livestock. Panthera Foundation

The program was also designed to help small cattle ranchers establish better land management and cattle development practices in protected area buffer zones. This component included activities such as division of pastures, establishment of a “protein bank”—an area in the farm with vegetation such as shrubs and grasses for feeding cattle—and access to solar energy systems.
 
By organizing the way farmers raised their cattle and moving the location of their activities to avoid invasion of the jaguar corridor, the project was able to promote the conservation of the jaguar.
USAID’s implementation of sustainable management and cattle development practices improved the use of more than 370 hectares (914 acres) in the regions covered by the project and benefited 13 farmer families. During the final phase, the project trained more than 100 cattle ranchers on planning and implementation of sustainable cattle management systems, conservation, and restoration for the conservation of wild fauna and key natural resources like soil, water and biodiversity.
 
“The conservation of the Jaguar corridor is one of many exercises developed under the program showing the importance of simultaneously working on livelihood and biodiversity conservation improvement to guarantee sustainability of conservation actions,” said Ximena Garcia, USAID/Colombia’s senior biodiversity adviser.

The Electric Moment

Since the implementation of this project, both cattle and jaguars have been able to coexist and ensure their survival.
“Thanks to this initiative, our pastures have improved, and we have been able to install electrical fences and learned that with smaller plots the animals have access to better food and are able to produce more,” said Jesús Caceres, a cattle rancher living near the Cocuy National Natural Park.
The seemingly simple project had also reserved some surprises for the people participating in it.

Karen Pérez is one of the biologists working with cattle ranchers on fence building and tree planting to delineate the jaguar corridor. She had a eureka moment when one of the farmers’ wives asked her if it was possible to generate enough electricity to power their homes through the solar electric fences that were being built to keep out the jaguars.
 
“I had been blind and this woman made me see the light,” said Pérez. She worked with the solar energy technician to put in place an additional electrical installation to feed electricity to the farmers’ homes. The farmers were able to improve their cattle production systems and ensure access to solar energy in off-grid zones to address their everyday energy needs such as lighting, performing household chores and charging phones.
 
As she turned on the light switch, Teresa de Torres, the farmer’s wife, said: “I’m so happy this program has brought a new life for us.”
Once the first six-mile stretch of the jaguar corridor was completed, many other ranchers expressed interest in the project. In response, USAID increased the area under protection along the jaguar corridor for an additional 5 miles, and expanded the impact of the project by simultaneously promoting conservation and improving livelihoods.

Practical Reasons
Compared to the 10,500 miles that stretch from Mexico to Argentina, where jaguars once were able to roam, 11 miles may seem small. For Alan Rabinowicz, an American world expert on wild cats, these few miles are crucial land pathways to protect jaguars and other felines from extinction, as it helps them find their mates and reproduce.
 
“The first 6 miles established in Colombia are the pioneer experience, and, as always with pioneers, the most important lesson is that it can be done,” said Rabinowicz. “The next time we city dwellers turn on the lights in our homes, we may realize that, thanks to the light, the jaguars can still share the world with cattle, farmers and even us in distant cities.”
 
Finally, says Rabinowicz, “There are practical reasons for protecting jaguars, because they control other wild animals, which otherwise could be dangerous to human health. But more than that, humans need the wilderness and that is what makes us human.”